Fui a ver el bosque protegido de un pueblo cerca del mío. Los habitantes habían plantado la mayoría de los árboles allí, pero la naturaleza también metió unos cuantos.
Los de los hombres crecían rápidamente y tenían mucho éxito. Los de la naturaleza daban a comer y a beber. Probé una variedad de frutas igual a todas las que había comido en mi vida. Bebé el agua de una planta que siempre la retiene, aún en la estación seca.
Llegué al pueblo ya habiéndome dado cuenta que el programa de hacer bosques del hombre no tiene valor. Decidí en ese momento que mi trabajo sería un programa para plantar los árboles que la gente use. Esto se hará al lado del pueblo para que dejen el bosque natural. Así el bosque puede exprimir su diversidad.
Sólo así se puede salvar los bosques trópicales. De otra manera, tendríamos bosques, pero perdimos lo salvaje y acabamos con una ciudad de hombres hecha en madera.
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